jueves, 2 de abril de 2009

A LOS NIÑOS HAY QUE DECIRLES SIEMPRE LA VERDAD


Muchas veces nos preguntamos por qué demonios nos compramos un shampoo anti caspa, que más que “anti” parece “pro”, o por qué sin advertirlo, nos encontramos tarareando una detestable cancioncilla que dice “yo quiero que me mires… quiero que me vengas a buscar…” (¡¡¡QUIERO QUE ME MATEN!!! … está bien, lo confieso… yo soy uno de ellos, ¿y qué?... juntemos firmas para que sea incluida en algún ítem de la convención de Ginebra) .

La respuesta más sencilla a esta pregunta se cae de madura: mensajes subliminales.
Exactamente, esos mensajes que uno concientemente no logra decodificar, pero que penetran hasta lo más profundo de nuestra psique, grabándose a fuego en nuestra corteza cerebral. Esos mensajes que nos hacen ir corriendo a la cadena de hamburgueserías más cercana a atiborrarnos de triglicéridos y grasas trans, por no hablar de hidratos de carbono al pedo (cómo surge la veta docente…).

Uno de los ejemplos que me alucinó sobremanera fue el de los mensajes subliminales (y no tanto) de tolerancia que encontré en un programa para niños. En un artículo anterior, prometí hablar sobre el mensaje antisemita de un dibujito animado (que palabra anticuada, ¿no?... para los gurises de hoy sería “cartoon” o “animación infantil” para algún sibarita del lenguaje), pero luego de reflexionarlo un poco (y después de una llamada un tanto opresora de una cadena internacional de televisión infantil), no hablaremos de antisemitismo, sino de tolerancia…

Ese “cartoon” del que les hablo es “The Backyardigans” (que en una libre, y un tanto drogada, traducción al español serían algo así como “Los Patiotraser-eros”), que versa sobre las aventuras imaginarias de un grupo de niños, en el patio trasero de una suerte de barrio privado.
Pero este no es un grupo de niños como cualquier otro. Este grupo de niños está representado por animales. Sí señores, animales, una suerte de “animalización de la sociedad” (un recurso nuevo y de vanguardia… George Orwell y Esopo se retuercen en la tumba).

¿Cuál es la fascinación que encontramos los seres humanos (perdón si me incluí a priori en este grupo…) en disponer animales en actitudes y posiciones humanas? (Como una película que traté de evitar hace poco, llamada “Roadside Romeo”, donde los perros bailaban en dos patas sin rastros de sus genitales…. ¿Qué le estamos enseñando a los niños de hoy? ¿eh?... ahora que tenemos una nueva ley de educación con obligación de impartir educación sexual para todos….). Creo que esa respuesta no tiene aún una respuesta que me satisfaga.
Bueno, estos “pícaros animalitos” tienen claramente una intención de ser, un mensaje que transmitir. Es por eso que he confeccionado un pequeño “identikit” de cada uno de ellos, y que a continuación detallo:


• Pablo: Este personaje representa a todos los latinos. Basta mirar su nombre, “Pablo”, sin mencionar que se trata de un pingüino (creo que esto para los norteamericanos debe ser bastante sutil, dado el escaso conocimiento sobre geografía que demuestran en innumerables encuestas, creo que por eso había que darle un nombre que diga sin tapujos, ¡Soy latino, Pinche cabrón!).

El mensaje que nos da este personaje es: “Aceptemos al “hermano” latino, juguemos con él, que sin él nadie lavará baños, servirá mesas o mantendrá jardines”




• Tasha: Es la viva imagen que tiene el americano promedio de una mujer afroamericana: gordita, de labios gruesos (por no decir jetona), con ropa de colores vivos y estampados florales. Por no decir que, para no quedar mal, la dibujaron de color amarillo… no vaya a herir sensibilidades.

El mensaje que transmite es “Aceptemos a los afroamericanos como iguales”. Pero me parece que se les fue un poco la mano en la caracterización.



• Tyrone: Este personaje, un alce, representa a los hermanos del norte, o sea a los canadienses. Como no dependen tanto de la inmigración de los canadienses para el trabajo, este es un personaje de perfil bajo, quizás representando al más “americano” de los cinco amigos. Casualmente es el amigo que menos suele faltar a los juegos (ya que en más de una aventura, uno de los cuatro amigos tiene una participación mínima, usualmente hacia el fin del capítulo). Creo que esto se debe a que el niño debe estar en penitencia.
Un mensaje para todos los pequeños… “Pórtense bien, porque si no el Ultratón que vive en cada padre no te dejará salir a jugar con tus amigos”




• Austin: Aunque parezca un perro, sepan que no lo es. Se trata de un amigable canguro. De más está decir que representa al pueblo australiano, y más precisamente a aquellos que hablan inglés con un acento extraño, pero pertenecen a países del primer mundo.
Si lo notan, es el único que está completamente vestido, con remerita y pantalón. Es el típico hijo-cajetilla.

El mensaje: “Un amigo con plata, siempre es un buen amigo. Aunque hable raro”


• Uniqua: ¡Ahora te quiero ver! Es una mezcla de hormiga con vaca, y de color rosado. Como su nombre lo indica, es “única”. Y representa, sutilmente, a todos los diferentes. Pero pensemos bien, a todos los diferentes que no estén ya representados por los demás personajes. Si sacamos a los latinos, los afroamericanos, los canadienses, los anglo parlantes de países primermundistas, ¿Qué nos queda?... No quiero ni pensarlo… sinceramente este me parece el personaje más siniestro.
El mensaje es: “No te asustes, es diferente, es distinto, pero es tu amigo. Queredlo. No le tengas miedo”.

En un capítulo de este programa (y antes que alguien comente algo, sepan que tengo amigos con hijos chicos y además un sobrino, y para que no molesten cuando uno habla, los enchufamos a este programa, y bueno, como siempre estoy mentalmente en varios lados, me nutro de todo lo que se les muestra a los niños), llamado “El palacio de la Polka” (comentario aparte… detestable capítulo en lo que refiere a la música, que se repite una y otra vez, como si de un teletubbie se tratase), los amigos quieren formar una banda de polka (¿Polka?, ¿Quién carajo escucha polka, además de los habitué de Cimarrón?)
El “problema” (y vaya si los hay en la vida) es que para ello les hace falta un batero (o baterista para nosotros). El asunto es que el dichoso batero pasa todo el capítulo ignorando al resto de los amigos, ya que se encuentra tocando su instrumento en una balsa (¿?????). Sus amigos al grito de “Batero Balsero” no pueden hacerlo reaccionar.
El mensaje, muy simple: “No queremos Balseros”.
Sutil. Llámenme paranoico.

Cuando yo era niño recuerdo “hermosos” programas como “Mi pequeño pony”, “Los ositos cariñosos”, “Rainbow Brite”, “Frutillitas”, etc. cuyo único mensaje subliminal era “Corre, niño, a comprar el álbum de figuritas, el alfajor y el yo-yo oficial” (Ahora que lo veo escrito me dan ganas de viajar en el tiempo y ahorrarme el disgusto de haber siquiera mirado alguno de esos dibujos).
Yo deliraba con “Los Gobots", “Los Thurdercats”, “He-Man” y demás dibujitos para varoncitos, cuyo mensaje era “destruye al enemigo, aplástalo, que sufra”… y no un mensaje pedorro sobre compañerismo y tolerancia… (creo que ahí está el dato que le falta a mi analista… voy a recordar ocultárselo)
Para terminar con los mensajes subliminales de Backyardigans, uno que transmiten sin cesar es el siguiente: “Tu imaginación no tiene límites. Con tu imaginación puedes jugar a ser y hacer cualquier cosa que quieras. No existes fronteras ni cotas para tu diversión”… Igual que con el programa del dinosaurio detestable e infame de Barney, que con su clan de acólitos amaracados, no para de repetir lo bueno que es jugar con la imaginación, que la imaginación esto, que la imaginación aquello (un meteorito por favor… a ver si se extingue)

Seamos sinceros, un niño que utilice su imaginación (que a parte de ser barata, es… bueno… ¡¡¡Gratis!!!. Eso es lo que importa), podrá ser todo lo feliz que quiera (además de autista y paranoico), pero el vecinito, si, el vecinito al que los Reyes (Papá Noel o Santa Claus es un gordo choborra norteño, ateo y anticristiano… ¡¡¡Vamo’ los Reyes Noma’!!!!) le trajeron un Playstation 3, o un Nintendo Wi… anda volando y se pasa por el forro de las pelotas la imaginación, y es más feliz que el pelotudo que está corriendo arriba de un palo de escoba, imaginando que es una nave espacial, o un carro de panchos (y bueno, la imaginación tiene muchas facetas…). Y quizás sea más feliz que el capo que le logró vender al padre una consola de juegos de más de 500 dólares.
La imaginación no lo es todo, recuerden.

Estas son las cosas que se me pasan por la cabeza cuando miro este programa. Debo decir que más allá de todos estos mensajes subliminales, que comparado con otros programas infantiles, este denota cierto nivel. Esta muy cuidado en lo musical y en las historias… pero en fin…
¿Qué mensaje le estamos transmitiendo a los niños? En este caso uno bueno, seamos tolerantes y aceptemos al otro tal como es, imaginemos (que nos sale más barato).
Pero creo que con algunos detalles se les fue la mano. O quizás sea yo (lo más probable), que me encanta encontrarle la quinta pata al gato (eso sí, de un gato que tenga 7 vidas, no esos “tunneados” del norte que tienen 9 vidas)

***


(El Prof. Cavan toma su nombre de una larga dinastía de investigadores de lo oculto. La personificación actual de “El Profesor”, desarrolla su vida entre libros, películas, series, comics y su carrera docente, tanto en las ciencias como en la más pura lógica).